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Un enfoque natural en un mundo en constante cambio
Hoy te vengo a hablar de algo que quizá tengas muy presente en este momento: La maravillosa adaptación y la crianza. Seas mamá, papá, educador o no lo seas, esto te interesa.
Porque el mundo que nos transita no está afuera, está adentro.
En un mundo donde la velocidad y la inmediatez parecen ser la norma, la crianza slow, “despacito y consciente», emerge como una alternativa refrescante en muchos lugares.
Este enfoque promueve el ritmo natural de los niños, permitiéndoles desarrollarse y aprender sin prisas ni presiones externas y juzgadoras. Pero…
¿Qué beneficios reales trae consigo este tipo de crianza en este mundo acelerado?
¿No se puede el niño/a quedar atrás? ¿Qué aporta este método frente a otros estilos?
Bien, antes de contestarte a todo esto, es crucial comenzar haciendo referencia a un período muy impactante en la vida de todos, pero en especial de los más pequeños:
**El período de adaptación.**
Este proceso no solo implica la transición a un nuevo entorno educativo, sino también la integración de una serie de valores y principios que son fundamentales para un desarrollo integral y armonioso que comienza en la infancia (de ahí su importancia, entre otras cosas).
La crianza es un tema que ha evolucionado significativamente con el tiempo, y aunque a veces parezca que esto solo es cosa de papás y mamás, me gustaría decirte que es un tema que abarca el mundo educativo, social, moral, ético y cultural, y te digo más, nunca sabes a quién puedes estar motivando al cambio con tus actos, la crianza en cierto modo, nos atañe a todos… La educación es sin duda el medio de control y adiestramiento más potente, por tanto nos atañe a todos tratar de fomentar, más que control, responsabilidad y pensamiento crítico.
Así es que, ¡manos a la obra!
**La Ciencia nos respalda**
Te traigo un dato clave para comenzar la exposición:
“Un estudio realizado por la Universidad de Harvard revela que los niños que crecen en un entorno sin presión excesiva tienen un 34% más de probabilidades de desarrollar habilidades de adaptación y resiliencia”.
Estos niños criados bajo una metodología slow, no solo muestran una mayor capacidad para enfrentar desafíos, sino que también disfrutan de una mejor salud mental y emocional en el día a día y a largo plazo. Pero te digo algo más:
“Una investigación de la Universidad de Stanford encontró que el 60% de los niños criados en un entorno de crianza slow tienen menos probabilidades de experimentar estrés crónico y problemas de ansiedad en comparación con sus pares”.
Estos pequeños datos nos revelan la importancia de respetar y gestionar los ritmos de cada persona. Sus propios ritmos, con sus peculiaridades y sus necesidades específicas.
**Pero… ¿Qué es la adaptación?**
El período de adaptación en la educación consciente es un proceso integral que va más allá de la mera transición a un nuevo entorno educativo.
Es una oportunidad para hacer florecer las bases de un desarrollo equilibrado y armonioso, donde el niño se siente valorado, seguro y motivado para explorar y aprender.
Motivación y seguridad, que le ayudarán en la construcción de una autoestima saludable, y con ello, a un crecimiento más amable y una actitud entusiasta y resiliente ante los retos diarios.
La adaptación es una constante en la vida humana, nada hay más urgente en el arte de vivir que la constante adaptación.
Desde los cambios en la escuela y sus rutinas, hasta mudanzas de casas, de ciudades, de países, nuevos trabajos, nuevas parejas, nuevos amigos, nuevos compañeros, nuevos retos que se presentan en el día, bien sea en el ocio, como en nuevas dinámicas familiares. Pero los niños están en un estado de adaptación continuo, porque la presión que les conlleva en su crecimiento “los tiempos” y las expectativas del adulto y su cultura, le lanzan de lleno a un mundo lleno de momentos complicados.
La crianza slow viene para aportar las herramientas necesarias para enfrentar estos cambios con respeto, amor, empatía, consciencia, resiliencia y tranquilidad.
**DATO TOP❤️**
Según la American Psychological Association, “el 70% de los niños expuestos a una crianza menos apresurada muestran una mayor capacidad para manejar el cambio y la incertidumbre”.
Es evidente que este tipo de modo de vida y crianza consciente, no solo es beneficioso en la infancia, sino que sienta las bases para una vida adulta más equilibrada y adaptable.
**¿Aún quieres más beneficios?**
Te diré algo, la crianza slow no solo beneficia a los niños; también es un regalo para los papás y/o mamás, cuidadores y los educadores que eligen esta forma de estar en el mundo. Al adoptar un ritmo más pausado y consciente, las familias pueden disfrutar más del proceso de crianza, fortaleciendo los vínculos y reduciendo el estrés diario, ese estrés de inmediatez e intolerancia que acaba impregnando una vida llena de excesos, expectativas y cheks a cumplir, para la producción y no para la consciencia y el bienestar.
Elegir la posición de educador, de papá o de mamá no debería de ser un mandato social, (por cierto tienes un artículo dónde hablo de estos mandatos), sino que debería ser una elección más, totalmente altruista, genuina y amorosa, de respeto hacia la individualidad de otro ser humano en pleno desarrollo. Dotándolo de amor, autoestima, seguridad, validación, respeto, habilidades, conocimientos y aportando la mayor flexibilidad apta para el desarrollo de su autonomía, inteligencia, creatividad, imaginación y empoderamiento propio, a su ritmo, a su favor;
Nunca en su contra.
**Aquí y ahora.**
En un mundo en constante cambio, la crianza slow ofrece una manera de practicar una crianza a través del acompañamiento emocional de manera más saludable, flexible y equilibrada.
Al permitir que los más pequeños se desarrollen, experimenten y aprendan de manera natural, les damos la mejor preparación para navegar por las inevitables transiciones y transformaciones de la vida.. Y es que como especie somos todos iguales, pero como individuos, tenemos nuestras particularidades.
Los educadores y adultos, en esta posición tratan de ser guías para el pequeño. Los niños aprenden a tomar decisiones bajo su propia responsabilidad, y por supuesto, una nota de un estándar, o una etiqueta, no nos interesa para su desarrollo.
Somos auténticos acompañantes, guías que aprendemos con ellos y de ellos.
Los límites se ponen en práctica de forma adecuada y no desde la autoridad mal entendida que hasta entonces se viene fomentando a través de las instituciones clásicas, de un modo puramente conductista, donde el desarrollo INTEGRAL del individuo da exactamente igual.
Tomemos el tiempo para respirar, observar, experimentar y crecer juntos en este bello y único proceso de vida. La crianza slow, no es solo una tendencia, es una inversión en el presente y en el futuro bienestar de nuestra sociedad, una mirada hacia adelante, dónde aprender a aprender es uno de los objetivos principales, lejos de cualquier etiqueta.
Una sociedad con nuevos retos, necesidades y sobre todo que precisa de futuros adultos con la suficiente inteligencia emocional, creatividad, respeto y habilidades para llevar a cabo una vida funcional en sintonía con el entorno y sus demandas, de forma amable y en sintonía con la esencia propia de cada ser.
**»Recibir a los niños con reverencia, educarlos con amor, y dejarlos ir en libertad.»**
-Rudolf Steiner-
Ya sabes, si quieres comenzar a implementar este tipo de crianza, recibir una asesoría familiar, agenda tu sesión en el apartado de **CONSULTAS**.
¡Nos vemos al otro lado del diván!
Nerea Sánchez
[Analista]
**FUENTES BIBLIOGRÁFICAS**
Rudolf Steiner/ El estudio del ser humano como base de la pedagogía/ Editorial Antroposófica Argentina/ 2019.
W. Reich/ ¡Escucha hombrecillo! Discurso sobre la mediocridad / Editorial La Linterna Sorda/ 2015.
Germán Doin/ La Educación Prohibida. Nuevos paradigmas educativos en América Latina, Película Documental / 2012.