Rabietas, abordamiento consciente

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Hablemos hoy de las rabietas, ese momento que tanto complica a los papás y mamás en ciertas ocasiones, a veces  de forma ocasional y otras, frecuentemente, volviendo así un momento dulce de paseo, en un momento familiar truncado.

¿Por qué suceden las rabietas?

Entre los dos y los cuatro años, los niños manifiestan conductas de rabia, enfrentándose y retando a sus figuras de autoridad, tanteando los límites y comenzando así la gestión de sus emociones. Así como a saber, que cada acción tiene su consecuencia en la vida y a

entender además, que a esta edad, empiezan a tener cierta autonomía y se dan cuenta que “pueden solitos”. Esto les lleva a  enrabietarse cuando algo no sale como quieren, cuando no controlan la demora de la gratificación, llenos de frustración y viendo que pueden accionar, nos muestran, a su manera, su disconformidad.

¿Cómo suceden?

La expresión de ira, frustración y rabia se apodera de ellos. Todo su ser, de repente, se ocupa de expresar emocionalmente y físicamente su sentir en ese momento.

Agitación, pataleo, llantos, gritos… “ la mala leche” se apodera de los más pequeños, y esto a los papás y mamás, les produce un estrés inesperado y difícil de pararlo si no se comprende.

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EMOCIÓN VIVENCIAL –   FRUSTRACIÓN –    IRA

Es algo bastante normal, propio de la etapa del desarrollo infantil, así que… ¡CALMA!, vamos a reflexionar juntos, entender  y empatizar, así como poder gestionar estos tensos momentos, convirtiéndolos en oportunidades de aprendizaje amoroso para ellos, conocimiento y mejora propia por parte del adulto, entendiendo que ha avanzado a un nivel más de consciencia y empatía.

Sobre los cinco años, las rabietas suelen descender, bajando la intensidad y su aparición.

En teoría, ya han aprendido a gestionar sus emociones un poquito más pero, un momento… piensa… ¿Tú ya las gestionas bien siendo ADULTO/A? 

Si si, tus propios momentos de enfado, frustración, ira, celos, rabia… ¿Las gestionas bien? ¿O no te alejas tanto de tirarte al suelo y patalear? 


¿Realmente no pataletas porque no estaría “bien visto” tirarse al suelo o… porque realmente tienes recursos para gestionar tus emociones, y autoconocimiento suficiente (que nunca es suficiente 😅) trabajado?

Sintonizarse en armonía con uno mismo no es tarea fácil, hay que “ponerse las pilas” y trabajar duro en el desarrollo personal, desde que comenzamos a hacer consciencia de que las emociones pueden jugarnos malas pasadas si nos dejamos llevar por el impulso del momento, psíquicamente, emocionalmente y físicamente. Pues, podríamos estar afectando nuestra salud gravemente, si con el paso de los años, no logramos gestionarnos.

S. O. S 🚩

  • Paso número 1. Para poder ayudar a tu pequeño/a, es necesario que te entiendas tú primero.
  • Paso número 2. Necesitas entender el momento por el cual está pasando tu pequeño/a y qué le ha llevado a tener esa emoción, qué impulso ha seguido y no está pudiendo controlar.
  • Paso número 3. Tener controlada la seguridad propia y la confianza, así como la serenidad, para que ante una situación así, no te desbordes y te arruine el día, afectando severamente a tu estado de ánimo y humor. Acompáñalo en su sufrimiento, sin ceder en sus manipulaciones infantiles propias de su estado evolutivo y madurativo.
  • Paso número 4. Ningún mal dura cien años, ni hay cuerpo que lo resista. Ni tu peque, ni tú, asique tranquilidad, TODO PASA. No eternices los momentos, pues son pasajeros y así como los buenos pasan, los malos pasarán, son parte de la vida y hay que transitar poniéndoles todo el amor que podamos.
  • Paso número 5. Educa a tu hijo/a, respetando sus propios tiempos.
    Permitiéndole enfadarse, ayudándole a poner nombre a lo que está sintiendo en vez de culpabilizar. Servir de ejemplo con empatía y límites claros.
    Aprende de él/ella y viceversa…¿Hay algo más bonito?

Dejando a un lado ciertos trastornos, como el negativista desafiante, (el más común, otro día hablaremos de ello) sólo me queda recordarte…

  Nacemos y morimos aprendiendo, así que, tómalo como lo que es, un momento de aprendizaje para el siguiente nivel madurativo y de consciencia, tuyo y de tu hijo/a.
Incluso, si lo transitamos de forma inteligente y respetuosa, siguiendo una misma línea pedagógica, puede fortalecer el vínculo familiar, fortaleciendo así, la comunicación efectiva, aumentando la empatía y expandiendo el amor de todos los miembros involucrados en vivir en un núcleo armonioso, con respeto y consciencia.

“En la actualidad nadie puede comenzar a pensar,
sentir u obrar sino desde el punto de partida de su propia alienación”.
-Ronald D. Laing-

FUENTES BIBLIOGRÁFICAS

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